Cardenal Müller: «La misericordia lleva inscritos en sí inseparablemente el amor y la verdad»
El prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Gerhard Müller, aseguró que "desde las Escrituras hasta el Magisterio de los últimos Papas, amor y verdad están juntos o juntos caen: no hay amor sin verdad y no hay verdad auténtica sin amor". "La doctrina es una ayuda para comprender quién es Dios y qué cosa está en juego con la salvación que Dios ofrece a la vida concreta del hombre", sostuvo Müller.
Autor: Jennifer Almendras. / Fuente: ACI Prensa.
"NO HAY AMOR SIN VERDAD".
El cardenal y prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Gerhard Müller, aseguró que "la misericordia lleva inscripto en sí inseparablemente el amor y la verdad", al ser consultado sobre errores doctrinales, en ocasión del inicio del Año jubilar de la Misericordia que comenzó el 8 de diciembre, en la Solemnidad de la Inmaculada Concepción al abrir, acompañado de Benedicto XVI, la Puerta Santa en la Basílica de San Pedro.
"¿Puede un padre ser misericordioso y corregir a sus hijos? En realidad, si un padre no corrige a sus hijos, y en cambio justifica o minimiza sus errores, no los amaría o los estaría enviando directamente hacia el desastre. Un padre que no ayuda a sus hijos a reconocer sus errores no los estima verdaderamente y no confía en la posibilidad de que cambien. Porque la misericordia lleva inscritos en sí, indeleble e inseparablemente, el amor y la verdad. Pertenece a la tradición cristiana, desde las Escrituras hasta el Magisterio de los últimos Papas, que amor y verdad están juntos o juntos caen: no hay amor sin verdad y no hay verdad auténtica sin amor. ¿Y esto acaso no debería valer también para la doctrina?", aseveró el prefecto, quien aseguró que "la misericordia es lo contrario del laissez faire -dejar hacer- esta no es la actitud de Dios hacia el hombre: basta leer los evangelios y ver cómo se comportaba Jesús que era bueno pero al mismo tiempo no ocultaba la verdad"
Müller afirmó que la doctrina tiene el objetivo de ayudarnos a conocer la verdad y ayudarnos a aceptarla en su integridad, sin engañar a la verdad. "La doctrina, para nosotros los cristianos, no tiene como última referencia las ideas que tenemos sobre Dios o sobre la salvación que nos ofrece, sino la vida misma de Dios y su irrupción en la vida del hombre: es una ayuda para comprender quién es Dios y qué cosa está en juego con la salvación que Dios ofrece a la vida concreta del hombre. Para comprender todo esto es necesario una razón humilde, que no se erige presuntuosamente como la medida de todas las cosas. Desafortunadamente el pensamiento que surge de la modernidad, que nos ha dejado una heredad también de muchas cosas bellas, nos ha privado de esta humildad", argumentó.