Fellay: «Los sacerdotes de la Fraternidad sólo desean ejercer con renovada generosidad su ministerio en el confesionario»

Bernard Fellay, Superior General de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, comentó recientemente en una entrevista el permiso de validez y licitud que Francisco concedió durante el Año de la Misericordia a las confesiones de los sacerdotes de dicha Fraternidad.

Autor: Jennifer Almendras. / Fuente: DICI.

"SIGUIENDO EL ESFUERZO DEL CURA DE ARS".

El Superior General de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X (FSSPX), Bernard Fellay, aseguró que los presbíteros de la Fraternidad "sólo desean ejercer con renovada generosidad su ministerio en el confesionario", al seguir el ejemplo de esfuerzo y dedicación infatigable del Santo Cura de Ars, durante una entrevista realizada con motivo del permiso de validez y licitud que Francisco concedió durante el Año de la Misericordia a las confesiones de los sacerdotes de dicha Fraternidad.

"Cuando un incendio arrecia, todo el mundo entiende que quienes tienen los medios deben esforzarse en apagarlo, sobre todo si faltan bomberos. Así han actuado los sacerdotes de la Fraternidad, durante todos los años de esta terrible crisis que sacude la Iglesia sin interrupción desde hace 50 años. En particular, frente a la trágica falta de confesores, nuestros sacerdotes se han entregado al servicio de las almas de los penitentes, utilizando el caso de urgencia previsto por el Código de Derecho Canónico. El acto del Papa hace que durante el Año Santo tengamos una jurisdicción ordinaria. Siguiendo con la metáfora, ello consiste en darnos la insignia oficial de bomberos, a pesar de que nos la habían negado desde hace décadas. En sí, para la Fraternidad, sus miembros y sus fieles, esto no agrega nada nuevo; no obstante esta jurisdicción ordinaria tranquilizará a los que están con inquietudes y a todas las personas que hasta ahora no se atrevían a acercarse a nosotros. Pues, como dijimos en el comunicado en el que agradecimos al Papa, los sacerdotes de la Fraternidad sólo desean una cosa: 'ejercer con renovada generosidad su ministerio en el confesionario, siguiendo el ejemplo de dedicación infatigable que el santo Cura de Ars dio a todos los sacerdotes'", sostuvo Fellay.

Sobre su participación en el Año jubilar, aseguró que "las circunstancias son históricas y están vinculadas con los grandes aniversarios de la vida de Jesús, en particular su muerte redentora". "Esta vez, el acontecimiento de referencia para la apertura del Jubileo no es solamente la Redención,  el 8 de diciembre está necesariamente vinculado con la obra redentora iniciada con la Inmaculada, Madre de Dios, sino también con el Concilio Vaticano II. Resulta chocante y es algo que rechazamos formalmente, pues no podemos alegrarnos, antes bien debemos llorar sobre las ruinas ocasionadas por este Concilio, con la caída vertiginosa de las vocaciones, la disminución dramática de la práctica religiosa y sobre todo la pérdida de la fe, que el propio Juan Pablo II calificó de 'apostasía silenciosa'. De todos modos sigue estando lo que es esencial en un Año Santo: se trata de un año particular en el que la Iglesia, según la decisión del Sumo Pontífice que detenta el poder de las llaves, abre de par en par sus tesoros de gracias para acercar a los fieles a Dios, especialmente mediante el perdón de las faltas y la remisión de las penas debidas por el pecado. La Iglesia realiza esto por medio del sacramento de la penitencia y de las indulgencias. Esas gracias no cambian, siguen siendo siempre las mismas, y sólo la Iglesia, Cuerpo místico de Cristo, dispone de ellas", afirmó el superior de la FSSPX.