«Hoy el cardenal Sarah insiste en que la Iglesia no debe disolverse en el espíritu de los tiempos»

Así lo aseguró el Prefecto de la Casa Pontificia, Georg Gänswein, al presentar la edición en alemán del libro del cardenal Sarah  'Dios o nada'. "Durante dos mil años, la Iglesia cultivó el mundo con el poder del evangelio. Al contrario, no funcionará. La revelación no tiene que adaptarse al mundo. El mundo quiere devorar a Dios; pero Dios quiere atraer y convencer, a nosotros y al mundo", afirmó.

Autor: Jennifer Almendras. / Fuente: InfoCatólica.

"SE PONE EN PIE PROFÉTICAMENTE".

El Prefecto de la Casa Pontificia, Georg Gänswein, destacó que actualmente el cardenal y Prefecto de la Congregación para el Culto Divino, Robert Sarah "insiste en que la Iglesia no debe disolverse en el espíritu de los tiempos" y que "en esta hora, el cardenal se pone en pie, proféticamente", al presentar la edición en alemán del libro 'Dios o nada', el 20 de noviembre pasado, en Roma. "Sabe que el evangelio, que una vez transformó las culturas está ahora en peligro de ser transformado a su vez, por las realidades de la vida. Durante dos mil años, la Iglesia cultivó el mundo con el poder del evangelio. Al contrario, no funcionará. La revelación no tiene que adaptarse al mundo. El mundo quiere devorar a Dios; pero Dios quiere atraer y convencer, a nosotros y al mundo", afirmó.

"El cardenal Sarah, históricamente preocupado, es muy consciente, desde África, la parte más vital y dinámica de la universal, global iglesia. Cuando hoy los estados occidentales intentan anular, paso a paso, la ley natural a instancias de grupos de presión globalmente activos; cuando quieren decidir, por ellos mismos, sobre la verdadera naturaleza del ser humano, como las altamente ideológicas corrientes de la ideología de género, estamos ante algo más grave que una simple recaída en la arbitrariedad. Se trata, de nuevo, del sometimiento a la tentación totalitaria que, como una sombra, nos acompaña siempre a lo largo de la historia. Cada una de las generaciones conoce esta tentación, aunque en cada época se manifiesta de una forma nueva y con un nuevo lenguaje. Hoy, el cardenal Sarah insiste con gran seguridad y firmeza en que la Iglesia no debe disolverse en el 'espíritu del mundo', 'espíritu de los tiempos', aunque este espíritu se presente disfrazado y camuflado como ciencia, como ya sabemos hicieron el nazismo y el marxismo. Nunca más debiera existir una institución con tal omnipotencia. Ni el estado, ni el 'espíritu del mundo' tienen derecho a reclamar ese poder omnipotente para ellos ni tampoco la Iglesia. 'Dad al César lo que es del César', desde luego. Pero a Dios lo que es de Dios. Es en esta distinción en la que insiste el cardenal Sarah hoy; una voz solitaria, sincera e intrépida. El estado no debe ser una religión, como habitualmente, de modo horrible, se expresa el así llamado estado islámico. De la misma manera, el Estado no puede recetar a los ciudadanos el secularismo como una forma supuestamente neutra de visión del mundo, ya que eso no es sino una nueva pseudo-religión, que una vez más quiere retomar el camino donde las ideas totalitarias del siglo pasado lo perdieron, en su intento de denunciar y finalmente extinguir el Cristianismo, y cualquier otra religión, por inútiles y desfasadas", aseveró. 

Frente a ello, Gänswein aseguró que "el libro del cardenal Sarah es radical, no en el sentido en que utilizamos esta palabra en nuestros días, sino en el sentido original de la misma". "La palabra latina radix se traduce por 'raíz'. En este sentido, el libro es radical. Porque nos lleva de vuelta a las raíces de nuestra fe. Es el radicalismo del evangelio el que inspira este libro. El autor está 'convencido de que una de las misiones más importantes de la Iglesia es ayudar a Occidente a redescubrir el rostro radiante de Cristo'. Es por esta razón por la que no duda en volver a hablar de la Encarnación de Dios y de la naturaleza radical de esta Buena Nueva, que él contrasta con un incansable análisis de nuestro tiempo. Nos abre los ojos al hecho de que las nuevas formas de indiferencia ante Dios, no son simples desviaciones mentales que se puedan ignorar sin más; el cardenal reconoce una amenaza existencial para la civilización humana por excelencia en la transformación moral de nuestras sociedades. No hay la menor duda, en esta situación, de que la proclamación activa del evangelio, una vez más, es más urgente que nunca. En esta hora, el cardenal se pone en pie, proféticamente. En esta lucha, este libro, por tanto, no es una contribución efímera a un simple debate. No es tampoco, la respuesta a puntos de vista distintos, de otros. Decir esto sería injusto con la profundidad y brillantez de este testigo de la Fe. Este libro no se presenta como un manifiesto ni como una polémica. Es una guía para ir a Dios, quien nos ha mostrado su rostro humano en Jesucristo. Es un 'Vademecum' para el comienzo del Año Santo. El 20 de noviembre de 2016, dentro de un año, este año jubilar, dedicado al «Rostro de la Misericordia» habrá terminado. Hasta entonces, con este libro, podemos aprender lecciones muy valiosas sobre la naturaleza de la misericordia", enfatizó el arzobispo.