Círculo Itálico A: «El Señor ha depositado en el corazón de cada persona el deseo de la familia»
Seguimos publicando aportaciones del Sínodo de la Familia. Este grupo, moderado por el cardenal Montenegro, pidió "hacer más explícita la primacía de la gracia, el reconocimiento del pecado y la necesidad de fomentar formas de conversión" para la familia, y recordó la necesidad de "la ayuda de los sacramentos de la Reconciliación y de la Eucaristía".
Autor: VenL. / Fuente: VIS.
COMENTARIO A 'INSTRUMENTUM LABORIS' II.
Padre Conde, secretario del Círculo.
La reflexión del Círculo Itálico A sobre la Segunda Parte del Instrumentum Laboris ha sido amplia y aborda tanto los puntos individuales como la arquitectura del texto en general, proponiendo una reorganización interna de su contenido para su mejor comprensión. Se estima que esta parte resume las enseñanzas de la Iglesia sobre el matrimonio y la familia en una perspectiva pastoral. Por tanto, es importante que el contenido se presente en la manera más legible y orgánica que sea posible. En esta necesidad están de acuerdo casi todos los miembros del Círculo. Varias han sido las hipótesis de aproximación y las preferencias.
- Una de las soluciones sugeridas es recuperar (reuniendo textos) la unidad que presentaba la Segunda Parte de la Relatio Synodi, de la cual se apreciaba el orden expositivo, con un contenido sintético pero completo. Recuperar la secuencia de los textos de la Relatio Synodi no impide entrar en las nuevas propuestas del Instrumentum Laboris, si bien somos conscientes de que se trata de textos que resumen las respuestas de los episcopados durante la fase preparatoria de esta asamblea general ordinaria.
- A algunos les gustaría colocar el matrimonio sacramental como fundamento del discurso sobre el tema de la vocación familiar, subrayando también que para los esposos cristianos la alianza conyugal es signo de la unión de Cristo con la Iglesia, y que la gracia sacramental transforma desde dentro el amor entre el hombre y la mujer.
- Otros hicieron hincapié en la necesidad de armonizar la atención a la naturaleza sacramental del matrimonio y el objetivo de atender a todos, incluso a los no creyentes en Cristo; la propuesta del Evangelio, de acuerdo con los objetivos que han guiado las convocatorias de las dos asambleas sinodales, en la creencia que el Señor ha depositado en el corazón de cada persona el “deseo de la familia”, su “sueño”, ya manifestado en la obra de la creación.
Como había sucedido con los textos y los temas tratados en la Primera Parte, los Padres del Círculo han encontrado muy útil valerse de la catequesis del Papa Francisco sobre la exigencia de armonizar el valor de la naturaleza sacramental del matrimonio y la atención a su dimensión creatural. Ha parecido particularmente adecuado el comentario del Santo Padre a un pasaje de la Carta a los Efesios, donde el Papa dice: “San Pablo, hablando de la nueva vida en Cristo, dice que los cristianos —todos— están llamados a amarnos unos a otros como Cristo los ha amado , es decir, sometidos los unos a los otros (Ef 5, 21), lo que significa al servicio los unos de los otros. Y aquí introduce la analogía entre la pareja marido-mujer y la formada por Cristo y la Iglesia. Está claro que se trata de una analogía imperfecta, pero tenemos que comprender su significado espiritual, que es muy alto y revolucionario, y al mismo tiempo simple y asequible para todo hombre y mujer arraigados en la gracia de Dios” (Catequesis de 6 de mayo de 2015).
Introducir esta referencia también ha servido para hacer frente a otro tipo de dificultad mencionada por algunos de los Padres, que habían expresado su preocupación por el lenguaje utilizado en ciertos pasajes no del todo claros y difíciles de leer. Entre estos peligros vale la pena mencionar el de confundir el proyecto del cristiano con un ideal abstracto; o que la atención a los problemas específicos de nuestro tiempo con respecto a la familia y el matrimonio pueden dar lugar a malentendidos. El cuidado de evitar tales dificultades eventuales ha llevado a formular algunos modi en el texto, con el deseo de seguir utilizando un lenguaje capaz de mover a los hombres y mujeres de nuestro tiempo a comprender fácilmente que el Evangelio de la familia es una Buena Noticia de la salvación, dirigida a ellos.
Otras observaciones de carácter general, que no se han traducido en modi específicos, pero que se propondrán al comité de redacción, se refieren a la necesidad de enriquecer el texto con más inspiración bíblica y patrística, y a la preocupación de presentar siempre la Iglesia en esta parte como Maestra y como Madre, portadora de un anuncio que da esperanza.
Mención especial merecen, entre las observaciones generales, las relacionadas con el tema de la misericordia. En este punto ha parecido importante, de acuerdo con las opiniones expresadas por el Santo Padre, hacer explícito el vínculo entre la celebración del Sínodo sobre la Familia y la inminente apertura del Año Jubilar de la Misericordia. En relación a ello se han hecho dos sugerencias principales: colocar en la introducción la referencia a este vínculo y decir claramente que es la certeza del perdón la que permite la sinceridad de la confesión: la percepción del pecado despierta el amor gratuito de Jesús.
En este orden de ideas, el Círculo rápida y unánimemente aprobó la idea de completar los textos del Instrumentum Laboris con la presentación de la doctrina que incluye la dimensión espiritual y pneumatológica (de la familia), acogiendo la sensibilidad más propia de la tradición oriental. Esta propuesta se ha traducido en una manera concreta, que también cumple con las demandas de otros Padres: hacer más explícita la primacía de la gracia, el reconocimiento del pecado y la necesidad de fomentar formas de conversión, recordando que la verdad del Evangelio sobre la familia se encarna en la vida de los esposos por obra del Espíritu Santo, Espíritu de amor divino que eleva el amor humano de la pareja a la realidad del sacramento.
Se consideró importante advertir que la gracia no actúa sólo en el momento de la celebración del sacramento del matrimonio, sino que acompaña a la pareja durante toda su vida, ya que es sacramento permanente, en analogía con la Eucaristía; que el mismo Espíritu Santo se ofrece como fundamento de los fines y propiedades del matrimonio, y confirma las promesas nupciales en la realidad de la vida familiar, cuyo crecimiento en la gracia necesita, para madurar, la ayuda de los sacramentos de la Reconciliación y de la Eucaristía. Se ha mencionado también la guía espiritual; el Círculo se ha orientado en la idea de hacer propuestas sobre este punto más bien en la Tercera Parte del documento.
Traducido al castellano por David Saiz para VenL.