Religiosa argentina rescata a 22 niños de un incendio en el hogar donde vivían

La hermana vicentina Rosa Belaber rescató a 22 niños y los salvó de morir quemados, durante el incendio del hogar Santa Catalina, donde vivían. La monja los llevó hacia la sala de juegos. Corría y gritaba entre el humo y la oscuridad. Cuando lograron salir al patio, se dio cuenta que faltaban dos chicas del grupo. "En un acto de increíble valentía, en medio de las llamas y el techo que empezaba a caer, llegó hasta el cuarto de las niñas y logró sacarlas. Las dos estaban ahí paralizadas por el miedo", contó la presidente de la organización 'Haciendo Camino', Catalina Hornos, que colabora en la mantención de los chicos.

Autor: Jennifer Almendras. / Fuente: Clarín.

EN LA DIÓCESIS DE AÑATUYA, AL SUR DE SANTIAGO DEL ESTERO.

La religiosa vicentina Rosa Belaber rescató a 22 niños y los salvó de morir quemados, durante el incendiaba el hogar Santa Catalina en el que vivían, el 10 de octubre pasado. Ella es la encargada general del complejo Santa Rosa, donde se encuentra el hogar, que depende del Obispado de Añatuya, al sur de Santiago del Estero, a cargo de las 'Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul', conocidas como hermanas vicentinas. Allí los chicos tienen un techo y reciben comida, ropa y apoyo escolar.

Mientras dormían, un cortocircuito provocó un fuego incontrolable en la pieza de los varones. Los chicos se encontraron con la hermana Belaber en el pasillo. La monja llevó a los chicos hacia la sala de juegos. Corría y gritaba entre el humo y la oscuridad. No había luz y eran cerca de las medianoche. Cuando lograron salir al patio, se dio cuenta que faltaban dos chicas del grupo. "En un acto de increíble valentía, en medio de las llamas y el techo que empezaba a caer, llegó hasta el cuarto de las niñas y logró sacarlas. Las dos estaban ahí paralizadas por el miedo", contó la presidente de la organización 'Haciendo Camino', Catalina Hornos, que colabora con otras instituciones en la mantención de los chicos. Los chicos fueron trasladados al hospital y estuvieron unas horas en observación, sanos y fuera de peligro.

A unas horas después del incendio, la comunidad de Añatuya recibió donaciones de ropa, juguetes, sabanas, colchones y todo lo que los niños necesitaban. Los primeros días los chicos fueron alojados en casas de familias y actualmente están compartiendo espacios con la residencia estudiantil de adolescentes que tiene el complejo. "Las hermanas vicentinas son un ejemplo de entrega para todos los que nos dedicamos a la acción social. Ellas dedican su vida a servir y cuidar a los más pobres y siempre lo hacen con una sonrisa", sostuvo la representante de la asociación, que inició una campaña para colaborar con la búsqueda de fondos para la reconstrucción del hogar.