Círculo Ánglico C: «Las uniones del mismo sexo no son en modo alguno equivalentes al matrimonio»

Aunque el Sínodo ha finalizado, seguimos publicando alguna de las aportaciones de los círulos. El Ánglico C comentó "sobre la cuestión de la paternidad responsable, la necesidad de un enfoque pastoral que promueva la enseñanza de Humanae Vitae", y "respecto a los divorciados y vueltos a casar civilmente, la reafirmación de la disciplina actual de la Iglesia", expresada por san Juan Pablo II "en Familiaris Consortio 84".

Autor: VenL. / Fuente: VIS.

COMENTARIO A 'INSTRUMENTUM LABORIS' III.

Arzobispo australiano Coleridge.

Con una mezcla de buenas tácticas y tenacidad, el grupo ha recorrido su camino a través de la parte III del Instrumentum Laboris. Una vez más, quedó claro cómo han influido nuestros diferentes orígenes culturales en lo que teníamos que decir. La cual ha sido parte del desafío y de la riqueza de nuestro trabajo.

Una cosa que nos impactó en la parte III era que se presta tanta atención a las familias en dificultades que no se da la suficiente a la necesidad de apoyar a todas las familias. Esto nos parece especialmente cierto en el capítulo 3 sobre “La familia y el acompañamiento de la Iglesia”, donde se habla de caminar con las familias que perseveran en los altibajos de la vida cotidiana, sobre todo quizás en los primeros años de matrimonio. Creemos que sería bueno un nuevo capítulo que hable de ello, o al menos que el capítulo 3 se divida en dos partes, la primera haciendo hincapié en la necesidad de acompañar a todas las familias y la segunda centrada en las necesidades particulares de las familias en dificultad. Nuestra sensación es que el documento final debería subrayar que todas las familias, con problemas o no, deben ser acompañadas de una manera continua. También es necesario resaltar que las familias deben atender a las familias, especialmente a las que están en dificultad. Somos conscientes de que las familias que ayudan a las familias están en el corazón de la misión sobre la familia.

El párrafo 106 habla de “la urgente necesidad de embarcarse en un nuevo curso pastoral”; y estamos dispuestos a identificar —y el Sínodo tiene que identificar— los elementos concretos de un nuevo curso pastoral, siempre teniendo en cuenta la primacía de la gracia de Dios. Pasamos un tiempo considerable intercambiando experiencias de nuestros propios países, y luego pasamos a considerar la cuestión de las cosas nuevas que podríamos hacer en el futuro. Es éste un desafío para nuestra imaginación pastoral. Un elemento claro es un nuevo diálogo, con el nuevo discernimiento que implica. En este diálogo tiene que haber un intercambio evangelizador, incluso una llamada a la conversión; pero tiene que comenzar con una escucha atenta, en el intento de identificar y trabajar a partir de los valores compartidos. Es importante encontrar un terreno común para que podamos viajar juntos.

Esto supone el lenguaje 'de viaje', que es una característica llamativa del Instrumentum Laboris. Tal lenguaje reconoce el cambio cultural de un lenguaje estático a un lenguaje dinámico en el pensamiento y el discurso sobre el matrimonio y la familia. El Instrumentum Laboris lo reconoce, y el documento final podría considerar las implicaciones prácticas de este reconocimiento.

Discutimos la cuestión de la preparación para el matrimonio. Nos pusimos de acuerdo en la necesidad de una actuación más detallada y conjunta, especialmente en contextos culturales donde hay una especie de contrapreparación para el matrimonio cristiano. Además, las parejas casadas tienen que tomar la iniciativa en esto, y verlo como un auténtico proceso de discernimiento, más que como una contribución de última hora sobre asuntos prácticos.

Sobre la cuestión de la paternidad responsable, la discusión se centró en la necesidad de un enfoque pastoral que, por un lado, promueva la enseñanza de Humanae Vitae, y por otro se ocupe de la realidad de la vida de las personas, proporcionando una permanente formación de conciencia, que se parezca a una armonía entre la doctrina de la Iglesia y la decisión personal.

Se consideraron las necesidades especiales de las familias en situaciones irregulares o difíciles. Estuvimos de acuerdo en que las personas que cohabitan se encuentran en una situación muy diferente a la de los divorciados que se han vuelto a casar civilmente. También acordamos que la cohabitación, aunque hoy día muy extendida en muchas culturas, no puede ser considerada como un bien en sí mismo. Estábamos preparados para reconocer qué haya de bueno en la relación de las personas que cohabitan más que en la convivencia, en cierto sentido cuasi institucional.

Con respecto a los divorciados y vueltos a casar civilmente, estamos de acuerdo en que en este epígrafe aparecen relaciones de muchos tipos. Hubo acuerdo general en que necesitamos proporcionar a estas parejas un acompañamiento pastoral más eficaz, y quizás especialmente por sus hijos, que también tienen derechos. Hubo, sin embargo, poco entusiasmo por lo que el Instrumentum Laboris llama “un camino penitencial”. Sobre la cuestión de si debe haber un mayor estudio de la cuestión para ver si la Iglesia podría avanzar en esta dirección, el voto se dividió uniformemente. Al final hemos votado por reemplazar los párrafos 122 a 125 por una reafirmación de la disciplina actual de la Iglesia y recomendamos las formas de participación mencionadas en Familiaris consortio, 84.

El grupo también se dividió en la cuestión del apoyo a las familias con miembros homosexuales y a las propias personas homosexuales. Algunos querían suprimir toda referencia a la homosexualidad, pero obtuvieron poco apoyo del grupo. Optamos por un tratamiento más breve, pero también pedimos que el documento final incluya, en un apartado apropiado, una declaración clara de la enseñanza de la Iglesia: las uniones del mismo sexo no son en modo alguno equivalentes al matrimonio. Tenemos claro, sin embargo, que en este Sínodo no nos referimos a la homosexualidad en general, sino dentro del contexto de la familia. Igualmente, insistimos en abordar este tema como pastores que buscan comprender la realidad de la vida de la gente en lugar de tratar las cuestiones en un sentido más abstracto.

Otro punto importante en nuestra discusión concierne a los matrimonios mixtos y con disparidad de culto. Pensamos que, ya que son tan diferentes y requieren por tanto enfoques diferentes, sería mejor si se trataran en dos párrafos separados. Algunos han querido subrayar que los matrimonios mixtos, si bien presentan desafíos, también ofrecen grandes oportunidades; en general nos pareció que no había necesidad de hablar más positivamente acerca de ambos tipos de matrimonio: mixtos y con disparidad de culto. La disparidad de culto puede presentar grandes retos en algunas situaciones —con algunas religiones más que con otras— pero esos matrimonios también pueden constituir un lugar primordial para un diálogo interreligioso que tenga sus pies en el suelo. Lo cual es un valor en sí mismo. Propusimos que el Sínodo recomiende la elaboración de un rito especial para la celebración de los matrimonios interreligiosos.

Algunos en el grupo también señalaron que, aunque los pobres habían sido mucho más mencionados en las partes I y II del Instrumentum Laboris, prácticamente desaparecen de la parte III. Sin embargo, un elemento clave en la misión de la familia en el mundo de hoy es sin duda la misión a los pobres, cuyo matrimonio y vida familiar son a menudo seriamente socavados por los factores económicos y políticos que crean la pobreza de la que son víctimas. La Iglesia en su conjunto y las familias católicas en particular han de preocuparse especialmente por las familias más afectadas por la injusticia.

Nuestro trabajo sobre la Parte III ha sido bastante lento —en parte porque, bajo el título de 'La Misión de la Familia', hay muchos temas de peso y complejidad—. Al abordar el tema de la familia, de hecho, hemos tratado una amplia gama de los problemas más acuciantes y desconcertantes que enfrenta la Iglesia y el mundo actual. En dos semanas y media hemos recorrido un largo camino, pero en los pocos días que nos quedan todavía falta un largo camino por recorrer. Procedamus in pace.

 

Traducido al castellano por David Saiz.