Círculo Ánglico B: «La familia no es sólo el objeto de la evangelización, sino un sujeto activo»

El grupo pidió que el documento final se titule: 'Relatio final del Sínodo de los Obispos sobre la vocación y misión de la familia en la Iglesia y en el mundo contemporáneo presentado a Su Santidad el Papa Francisco'.

Autor: VenL. / Fuente: VIS.

"RAÍCES: BAUTISMO, CONFIRMACIÓN Y EUCARISTÍA".

El grupo subrayó que la familia no es sólo el objeto de la evangelización, sino un sujeto activo, un agente, y fuente de evangelización. La familia lleva a cabo la obra de la evangelización dentro de la propia célula familiar, a través del amor con se entregan los cónyuges, a través de la educación desinteresada de la afectividad de los niños, y a través de constituir como una levadura transformadora de la sociedad. La vida que mana de la comunión familiar es una forma de anuncio misionero. La misión y el testimonio de la evangelización encuentra sus raíces en los sacramentos de iniciación: bautismo, confirmación y eucaristía.

El grupo destacó el papel de las familias en asociaciones, movimientos familiares, pequeñas comunidades cristianas, y en la parroquia. Dentro de esta comunión familiar interna el grupo deseaba añadir un nuevo párrafo sobre 'El matrimonio, una expresión de la bondad del don de la sexualidad'. En el amor sexual las parejas casadas experimentan la ternura de Dios. La enseñanza de la Iglesia sobre la sexualidad —incluyendo el significado de la castidad— debe destacar la belleza, la alegría, y la riqueza de la sexualidad humana y el lugar del amor sexual en una relación comprometida, exclusiva y permanente. La rica visión cristiana de la sexualidad está siendo socavada en muchos lugares por una comprensión más estrecha y empobrecida.

El grupo hizo hincapié en la importancia de la preparación para el matrimonio no sólo en el período previo a la ceremonia de matrimonio. Se sugirió que las distinciones tradicionales 'remoto, próximo, e inmediato' se pueden recuperar en la reflexión sobre todas las formas de vocación.

Las propias familias son los primeros heraldos del Evangelio. En la familia los cónyuges ejercen el sacerdocio común de todos los creyentes. La formación en la fe de los niños desde la edad más temprana constituye la preparación remota del discipulado maduro de los adultos.

La pastoral juvenil, la parroquia y la catequesis escolar, los retiros, y las pequeñas comunidades cristianas deben fijarse en los adultos jóvenes y reflexionar sobre cómo Dios los está llamando, ya sea dentro del matrimonio, ya a una vida de soltero, al sacerdocio o la vida consagrada. Tal catequesis a largo plazo destaca el matrimonio como un itinerario de fe.

La preparación inmediata de la pareja para la celebración del matrimonio debe incluir una catequesis sobre el matrimonio como sacramento y como vocación a la oración; ha de ser una invitación a convertirse a aquellos que han vivido laxamente su fe. En algunas zonas, se observó que la mayoría de las parejas que se presentan para la preparación al matrimonio pueden haber estado viviendo juntos durante largos períodos. En otras áreas, tradiciones y culturas, se dedica más tiempo a la preparación estructural, con la participación activa de ambas familias.

El grupo afirmó el papel esencial de los sacerdotes, como apóstoles de las familias, en la preparación de las parejas para el sacramento del matrimonio y en el acompañamiento continuo de las parejas y las familias a vivir sus vocaciones. El grupo propuso un nuevo párrafo en la formación de los sacerdotes para este ministerio.

El grupo analizó en detalle el reto del acompañamiento pastoral de las familias en situaciones matrimoniales difíciles. El acompañamiento pastoral actual debe estar siempre marcado por la pedagogía divina y la misericordia. Se debe tener cuidado en identificar los elementos que pueden fomentar la evangelización y el crecimiento humano y espiritual. Se debe prestar atención, por ejemplo, a encontrar aquellos aspectos de las relaciones establecidas por el matrimonio civil, el matrimonio tradicional, y con diferencias obvias la cohabitación, que podrían conducir a un crecimiento, hacia una celebración plena del matrimonio sacramental.

En el cuidado pastoral de los divorciados y vueltos a casar, el grupo se ha fijado en lo que debe ser un acompañamiento pastoral apropiado de estas parejas. Tal acompañamiento debe examinar la situación de su estado civil, y también explorar qué significa decir que no están excluidos de la vida de la Iglesia.

El grupo propuso un camino de discernimiento o de “escucha reverente”, atento a la historia de los que buscan comprensión y apoyo. El primer objetivo de este acompañamiento atento sería fomentar el discipulado más profundo con Cristo sobre la base de la unión perdurable del bautismo, en lugar de abordar la cuestión de la admisión a los sacramentos de la penitencia y la comunión.

Este proceso de escucha reverente requeriría un marco con algunos elementos claros. Estos elementos pueden incluir:

1. Prestar atención a la historia del primer matrimonio, a su posible invalidez, ya sea si hay alguna razón para una investigación más profunda en el fuero externo, o si hay razones para un nuevo examen en el fuero interno, con el recurso a un delegado del obispo establecido para este fin.

2. Prestar atención a las heridas causadas por el divorcio en los individuos, en sus niños, familias y comunidades, incluida la comunidad de la Iglesia y las formas en que son honradas las responsabilidades del primer matrimonio;

3. Respecto al segundo matrimonio, prestar atención a su estabilidad, a su fecundidad y a las responsabilidades que se derivan de él;

4. Atención a la formación espiritual y al crecimiento espiritual, explorando el impacto de estos eventos en la relación con Cristo; al sentido de arrepentimiento expresado por el dolor y el pecado; sobre la relación actual con Cristo y con la comunidad parroquial; sobre el mantenimiento de la formación de la conciencia y el desarrollo de un juicio más maduro de conciencia sobre la situación actual.

Sobre el tema de la comunión espiritual, el grupo señaló que es posible que las personas cuyo estado objetivo de vida —una unión irregular— los pone en contradicción con el pleno significado de la Eucaristía, pueden no ser subjetivamente culpables de un estado permanente del pecado. Por tanto, pueden con razón tener el deseo amoroso de la unión eucarística con Cristo. Aunque su estado objetivo puede impedirles recibir el Cuerpo y la Sangre de Cristo, pueden desarrollar adecuadamente la práctica de la comunión espiritual, y por lo tanto abrirse más a la gracia salvadora de Jesucristo y de la unión en la Iglesia.

Sobre el tema de la admisión a los sacramentos de los divorciados vueltos a casar, el grupo pediría que el Santo Padre, teniendo en cuenta el rico material que ha surgido durante este proceso sinodal, considere el establecimiento durante el Año Jubilar de la Misericordia de una Comisión Especial para el estudio en profundidad de las formas en que las disciplinas de la Iglesia que se derivan de la indisolubilidad del matrimonio se aplican a la situación de las personas en uniones irregulares, incluidas las situaciones derivadas de la práctica de la poligamia.

 

Traducido al castellano por David Saiz.