Círculo Gálico C: «La primera misericordia de Dios que la Iglesia anuncia a la familia es su relación con Jesús»

En sus reflexiones sobre la segunda parte del 'Instrumentum laboris', este grupo apuntó qu "hay menos necesidad de cambios o modificaciones de disciplina universal que de una base sólida para la reflexión y el compromiso en pastoral"; "esta brújula es la Palabra de Dios".

Autor: VenL. / Fuente: VIS.

"EN ÉL SE UNEN VERDAD Y MISERICORDIA".

Arzobispo Durocher.

Santo Padre, queridos hermanos y hermanas en Cristo:

Como todos los grupos, el nuestro ha remitido a la comisión de redacción un cierto número de modificaciones concernientes a la segunda parte del Instrumentum laboris. Sin embargo, además de las modificaciones creemos que este texto necesita una reformulación más en profundidad debido a las siguientes razones: 

Dentro de la dinámica del método –ver, juzgar, actuar– esta segunda parte debe conducir a enraizar nuestro discernimiento en una dimensión global de la Revelación. La Biblia y la Tradición viva de la Iglesia deben recorrer este texto de principio a fin. Siguiendo el tema de este Sínodo, se trata de discernir no sólo la vocación, sino también la misión de la familia. 

Según nuestra opinión, no hay que reservar a la Parte III el discernimiento de esta misión. La Parte III deberá indicar pistas de acción pastoral para la visión y la misión de la familia que habremos discernido ya en la Parte II.  Las oposiciones implícitas en el texto del Instrumentum laboris deben ser superadas y caminar hacia un enfoque más unificado; por ejemplo, entre la teología y la pastoral, entre la plenitud y la herida, entre la verdad y la misericordia.

No nos dejemos encerrar en falsas oposiciones y concesiones que sólo generan confusión. Con vistas a esta reformulación hemos redactado un prólogo en esta segunda parte, prólogo que sirve para “sentarnos a la mesa”, si queremos, y para proporcionar un marco de referencia encaminado a leer a partir del mismo los párrafos individuales de este texto. Este es el prólogo que propondremos en un modus a la comisión de redacción. 

"Para discernir y acompañar la vocación y la misión de la familia en la multitud de situaciones que hemos encontrado en la primera parte, necesitamos una brújula segura que oriente nuestra mirada y nuestro caminar. Esta brújula es la Palabra de Dios en la historia, historia que culmina en Jesucristo, 'Camino, Verdad y Vida' para toda familia, para todo hombre y para toda mujer en cualquier situación. En esta etapa de nuestra reflexión escuchamos lo que la Iglesia enseña sobre la familia a la luz de la tradición de la Santa Escritura. Estamos convencidos de que esta Palabra reúne las expectativas más profundas del corazón humano sediento de amor y de misericordia. Esta Palabra puede despertar en el ser humano potencialidades de don y de acogida susceptibles de sanar los corazones rotos y de iluminar los espíritus humillados". 

En esta luz, creemos que el Evangelio de la familia comienza con la creación del hombre, hombre y mujer, a imagen de Dios que es Amor y que llama al amor según su semejanza (Gn 1, 26). Esta vocación de la pareja y de la familia en la comunión de amor y de vida perdura en todas las etapas del deseo de Dios, a pesar de los límites y de las faltas humanas. En efecto, esta vocación está fundada desde el principio en Cristo Redentor. Él restaura y perfecciona la alianza matrimonial de los orígenes, sana el corazón humano, le da la capacidad de amar como Él ama a la Iglesia entregándose por ella (Ef 5, 32s). 

Esta vocación adquiere su estatus eclesial y misionero mediante la celebración eclesial de la boda que consagra el vínculo conyugal indisoluble entre los esposos. Este enlace sacramental está constituido por el intercambio de consentimientos. Este intercambio significa para los esposos su mutua donación y recepción, total y definitiva, para formar una sola carne (Gn 2, 24). Sellada por el Espíritu Santo, su fecunda unión pertenece a Cristo y a la Iglesia. Ésta se convierte a lo largo de la  vida de la familia en una fuente de múltiples gracias de sanación, de perdón, de fecundidad y de testimonio. Así constituida, la familia evangeliza por sí misma y se llena de gozo en medio de una “comunidad de vida y amor”. En esta comunidad Cristo permanece junto a los esposos y los acompaña en el camino de Jerusalén a Emaús, pero también, sobre todo, de Emaús a Jerusalén en la luz de su resurrección y de la fracción del pan.

La primera misericordia de Dios que la Iglesia anuncia a la familia es su relación con JesúsPuesto que Jesús ha unido indisolublemente a la Trinidad y a la familia a través de su encarnación en la Santa Familia de Nazaret. En Él se ven indisolublemente unidas verdad y misericordia. Jesús es tan misericordioso que nos muestra el camino de la verdad y de la vida para la familia, y tan caritativo que regala su mirada de bondad y su actitud misericordiosa hacia cualquier persona y situación diferente a esta verdad. El Sínodo querría ofrecer al pueblo de Dios luz sobre la verdad de la familia según el Evangelio. La misericordia se promete a todas las familias cualesquiera que sea su grado de proximidad o de lejanía a esta verdad. El Evangelio no puede entenderse de otra manera".

 

Algunas convicciones más nos ocupan al terminar este segundo ciclo de intercambio. 

1. Las experiencias pastorales compartidas en nuestro grupo nos han convencido de que en la Iglesia, hablar de la familia es hablar de una realidad humana que se inscribe en el tiempo y en el espacio. Cada familia tiene sus genealogías que la enraízan dentro de una historia y de una cultura. Cada familia está formada por un hombre y por una mujer que unen su destino y lo confían a Cristo que quiere que todos tengan una vida en abundancia. La historia de su vida y de su amor, de su compromiso mutuo en la fidelidad, de su voluntad de realizar la economía de su bautismo a través de su alianza conyugal, la instalación de su hogar y la educación de sus hijos, todo eso llevado y atravesado de parte a parte por la fuerza de la misericordia de Dios. La misión de la familia, por su existencia misma, es dar testimonio de esta llamada para enraizar sin cesar nuestras alianzas humanas en el misterio pascual de Cristo

2. Las historias humanas en búsqueda de la felicidad, tanto actualmente como en tiempos bíblicos, son complejas, hechas de alegrías y de penas, de esperanzas y de desesperanzas, de fidelidades y de abandono, que se ven marcadas por su contexto cultural. A veces son también una oportunidad de pruebas difíciles de fracaso o de error. Esta complejidad supone el lugar y la ocasión de la manifestación del misterio de la misericordia de Dios. Pues Dios sitúa cada una de estas historias familiares particulares y las ordena a todas juntas en el horizonte de la comunión del Reino prometido y realizado por Cristo.

3. Así pues, nosotros formulamos un anhelo: que el presente Sínodo abra un período de paciente búsqueda común de los teólogos y de los pastores para trabajar de manera conjunta en el establecimiento de las correctas balizas de una pastoral familiar, pastoral que sabrá traducir el Evangelio de la familia en este horizonte de comunión. Hay menos necesidad de cambios o modificaciones de disciplina universal que de una base sólida para la reflexión y el compromiso en pastoral. Así pues, en cada una de nuestras iglesias particulares, nuestros pastores, nuestras comunidades y nuestras familias sabrán hacerse mejor eco de la infinita confianza de Dios en la capacidad del hombre para vivir en comunión. De esta comunión, la unidad del matrimonio sacramental es la señal por excelencia. Gracias.

 

Traducido al castellano por Ana Cristina Saiz.