Cardenal Arinze: «Los diez mandamientos no pueden transformarse según la sensibilidad mayoritaria en cada país»

El cardenal Arinze, prefecto emérito de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, declaró en una entrevista a 'LifeSiteNews' que "san Pablo afirma que aquellos que reciben la Sagrada Comunión deberían examinarse, porque quien la recibe de forma indigna, recibe su propia condenación. Eso es la Sagrada Escritura. Eso no puede estar sujeto a una votación por parte de las Conferencias Episcopales".

Autor: VenL. / Fuente: NotiFam.

"NO ESTÁN SUJETOS A FRONTERAS NACIONALES".

Los diez mandamientos no están sujetos a fronteras nacionales. Una conferencia episcopal de un país no puede aceptar que robar un banco no sea pecaminoso en aquel país, o que las personas divorciadas que se ‘casaron’ nuevamente puedan recibir la Sagrada Comunión en aquel país, pero cuando crucen la frontera y se vayan a otro país, aquello se ‘torne’ pecado. Usted puede ver que, si hacemos eso, transformaremos los diez mandamientos en materia de deliberación según la ‘sensibilidad’ mayoritaria en cada país. Eso no puede ser así”.

“En materia de fe y moral, la Iglesia Católica es conocida por su unidad, una unidad que no fue inventada por el Vaticano, no fue inventada por teólogos. Fue el proprio Cristo quien dijo: Enséñenles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes (Mt 28, 20). Por tanto, no tenemos el poder para cambiar. Por ejemplo, san Pablo afirma que aquellos que reciben la Sagrada Comunión deberían examinarse, porque quien la recibe de forma indigna, recibe su propia condenación (cf. I Cor 11, 27-29). Eso es la Sagrada Escritura. Eso no puede estar sujeto a una votación por parte de las Conferencias Episcopales, ni siquiera en fronteras continentales. Mire, la Iglesia no es una Iglesia nacional, es el Cuerpo de Cristo. El Hijo de Dios descendió del cielo y nos dio este camino de salvación y rezó para que todos sus discípulos fueran Uno, así como Él y su Padre son Uno (cf. Jn 17, 21)”.

Arinze afirmó que, aunque las Conferencias Episcopales “sean importantes” para el análisis de “situaciones nacionales” enfrentadas por la Iglesia local, tales como la inculturación litúrgica o la formulación de soluciones para atender a los más pobres o a los enfermos, no tienen el poder de cambiar o modificar “la fe, la moral, aquello en que debemos creer y lo que debemos o no hacer. Cuándo se trata de detalles prácticos que no afectan la fe y la moral, las Conferencias Episcopales pueden y deben abocarse al análisis”, explicó.

La semana pasada, durante una conferencia de prensa en el Sínodo de la Familia, el abad alemán Jeremias Schröder, presidente de la Congregación de Santa Otilia, mencionó “la aceptación social de la homosexualidad” y la atención a “personas divorciadas y casadas nuevamente” como ejemplos “en relación a los cuáles las Conferencias Episcopales deberían tener permiso de formular respuestas pastorales que estén en sintonía con lo que puede ser predicado, anunciado y vivido en un contexto diferente”. El pronunciamento atrajo las críticas de algunos altos prelados, como el cardenal Leonard Burke, que consideró la propuesta “sencillamente contraria a la vida y a la fe católica”.