Francisco: «La familia vive de la promesa de amor y fidelidad que el hombre y la mujer hacen el uno a la otra»

El Papa afirmó que "la promesa conyugal se amplía al compartir las alegrías y los sufrimientos de todos los padres, las madres, los niños, con generosa apertura en la humana convivencia y el bien común" y que "una familia que se encierra en sí misma es como una contradicción, una mortificación de la promesa que la ha hecho nacer y la hace vivir". 

Autor: Jennifer Almendras. / Fuente: Radio Vaticana.

"EN NUESTROS DÍAS APARECE MUY DEBILITADA".

Francisco aseguró que la realidad de la familia está fundada y vive de la "promesa de amor y fidelidad que el hombre y la mujer hacen el uno a la otra", durante la audiencia general de los miércoles, en la Plaza de San Pedro. "Esta implica el compromiso de recibir y educar a los hijos; pero actúa también en el cuidado de los padres ancianos, en el proteger y cuidar los miembros más débiles de la familia, en el ayudarse el uno al otro para realizar las propias cualidades y aceptar los propios límites", sostuvo.

El Papa afirmó que "la promesa conyugal se amplía al compartir las alegrías y los sufrimientos de todos los padres, las madres, los niños, con generosa apertura en la humana convivencia y el bien común" y que "una familia que se encierra en sí misma es como una contradicción, una mortificación de la promesa que la ha hecho nacer y la hace vivir". Enfatizó que la identidad de la familia siempre es una promesa que se alarga y se alarga a toda la familia y a toda la humanidad". 

Lamentó que "en nuestros días, el honor a la fidelidad de la promesa de la vida familiar aparece muy debilitada". "Por una parte, por un derecho mal entendido de buscar la propia satisfacción, a toda costa y en cualquiera relación, es exaltado como un principio no negociable de la libertad. Por otra parte, porque se confían exclusivamente a la obligación de la ley los vínculos de la vida de relación y del compromiso por el bien común. Pero, en realidad, ninguno quiere ser amado solo por sus propios bienes o por obligación. El amor, como también la amistad, deben su fuerza y su belleza a este hecho: que generan un vínculo sin quitar la libertad. El amor es libre, la promesa de la familia es libre, y esta es la belleza. Sin libertad no puede haber amistad, sin libertad no hay amor, sin libertad no hay matrimonio. La fidelidad es una promesa de compromiso autocumplida, creciendo en la libre obediencia a la palabra dada. La fidelidad es una confianza que 'quiere' ser realmente compartida, y una esperanza que 'quiere' ser cultivada juntos", reflexionó el Pontífice.