Círculo Ánglico B: «Una meta para cada matrimonio y familia es adorar juntos a Dios en la Misa todos los domingos»

Al revisar la segunda parte del 'Instrumentum Laboris', el Círculo Ánglico B, moderado por el cardenal Nichols, recordó la "centralidad de la Palabra de Dios para la teología del matrimonio, la pastoral de la familia y la piedad familiar" y destacó el "testimonio de parejas que viven un matrimonio totalmente cristiano como un pacto de amor para toda la vida".

Autor: VenL. / Fuente: VIS.

IR JUNTOS A CONFESARSE, ORACIÓN Y LECTURA DE LA BIBLIA EN COMÚN.

Arzobispo Martin.

El grupo tomó un enfoque innovador en su examen de la Parte II. Reconocemos la importancia de esta parte en toda la reflexión del Sínodo. Además de examinar el Instrumentum laboris párrafo por párrafo, primeramente el grupo trató de identificar, a la luz de la sabiduría de la Iglesia, una serie de temas básicos sobre el matrimonio y la familia que creemos deben destacar en el documento final. Uno de los frutos del Sínodo debe ser una reflexión renovada y más profunda de la teología del matrimonio.

Estos temas incluyen: La divina pedagogía, la Palabra de Dios en la familia, la indisolubilidad y la fidelidad del matrimonio, la familia y la Iglesia, la misericordia y el pecado. El grupo propone modificaciones individuales en algunos párrafos, pero, sobre todo, trató de reordenar la sucesión de párrafos con el fin de restaurar el flujo natural de los párrafos de la Relatio Synodi. El grupo recomienda que la Parte II sea introducida por una reflexión mucho más detallada sobre la familia y la divina pedagogía. Esta reflexión constituiría un nuevo párrafo 37.

La reflexión debe ilustrar cómo la pedagogía divina sobre el matrimonio y la familia ha acompañado toda la historia de la salvación y continúa incluso hasta nuestros días. Proponemos que el párrafo empiece con el Génesis, que ya ofrece una definición de matrimonio como unión exclusiva entre un hombre y una mujer, tan total e íntima que el hombre debe dejar a su padre y a su madre para unirse con su esposa. Este relato de la creación del matrimonio presenta las tres características básicas de todo matrimonio, tal como era en el principio: la monogamia, la permanencia y la igualdad de los sexos.

Sin embargo, el pecado entró en la historia de la humanidad trayendo consigo la inversión de estas características básicas. La poligamia, el divorcio y la sumisión de la esposa a su marido no sólo se convirtieron en cosa común, sino que incluso fueron institucionalizados en los diversos sectores de la sociedad judía. A través de los profetas, Dios llama constantemente a un cambio de esta situación de pecado, mediante el restablecimiento de la dignidad original del matrimonio, que había de venir con Jesucristo. El profeta Oseas vio en la unión y el amor entre marido y mujer un paradigma adecuado para ilustrar el amor de Dios por su pueblo. El Cantar de los Cantares muestra una reflexión única sobre el amor humano como diálogo entre dos amantes que se alaban mutuamente, anhelándose el uno al otro, y regocijándose en la intimidad sexual.

Pero la pedagogía divina de la historia de la salvación sobre el matrimonio y la familia llegó a su punto culminante con la entrada del Hijo de Dios en la historia humana, pues Jesucristo nació en una familia humana. Se consideraba improcedente que un rabino hablara con una mujer; sin embargo, Jesús se atrevió a hablar con una mujer, la samaritana —una “excomulgada” y pecadora pública—, algo aún más escandaloso. A una mujer que conducida ante Él antes de su ser apedreada por haber cometido un adulterio, dijo: Yo no te condeno. Ve y no peques más. Él se ensució las manos con el trabajo, pero no con piedras para lanzar a otros.

El grupo presenta este elaborado texto reconociendo que es extenso y nuevo, y puede no parecer de acuerdo con la metodología del Sínodo. ¿Por qué hacemos esto? Es sólo a través de la reflexión sobre la pedagogía divina que entendemos nuestro ministerio como reflejo de la paciencia y de la misericordia de Dios. El Plan Divino continúa incluso en nuestro tiempo. Es la pedagogía divina la que proporciona contenido y armonía a la enseñanza de la Iglesia. Es la pedagogía divina que hoy continúa la llamada constante a la conversión, sanando y derramando su misericordia sobre las familias en su lucha por hacer realidad la vocación que Dios les ha dado.

El grupo propuso, a continuación, aplicar una pedagogía semejante en nuestra búsqueda de un lenguaje accesible a los hombres y las mujeres de nuestro tiempo. Proponemos, junto con el término 'indisolubilidad', usar un lenguaje menos legal, que demuestre mejor el misterio del amor de Dios, hablando del matrimonio como una gracia, una bendición y un pacto de amor para toda la vida.

Hemos recordado el testimonio de parejas que viven un matrimonio totalmente cristiano como un pacto de amor para toda la vida. Su unión permanente hasta la muerte es signo de la fidelidad de Dios a su pueblo. De hecho, podemos decir que Dios reconoce la imagen de sí mismo en la fidelidad de sus cónyuges y confirma con su bendición este fruto de su gracia.

El significado más profundo de la indisolubilidad del matrimonio, es entonces la afirmación y protección de estas cualidades hermosas y positivas que sostienen el matrimonio y la vida familiar, sobre todo en tiempos de turbulencia y conflicto. La Iglesia, por tanto, ve a las parejas casadas como el corazón de toda la familia, que, a su vez, se ve en Jesús, especialmente en su amor fiel en la oscuridad de la cruz.

Un énfasis en la pedagogía divina también se fijaría en la centralidad de la Palabra de Dios para la teología del matrimonio, la pastoral de la familia y la piedad familiar. La comunidad cristiana acoge la Palabra de Dios, especialmente cuando se proclama en la liturgia dominical. Así, una meta para cada pareja y cada familia sería adorar juntos a Dios en la Misa todos los domingos.

Las parejas casadas y las familias también se encuentran con la Palabra de Dios en la sustancia de las devociones y celebraciones que forman parte de nuestra herencia católica. Tal piedad incluye acercarse juntos al sacramento de la reconciliación, a la oración común y a la lectura de las Escrituras, y otros encuentros con la palabra de Dios en la catequesis y en la oración. Se destacó que las escuelas católicas son una extensión de la parroquia y de la catequesis familiar. El Sínodo debería alentar a los padres a buscar estas escuelas como una forma única de mejorar y profundizar la educación religiosa que se inicia en la familia.

Todos necesitamos la misericordia de Dios. En muchas sociedades hoy en día hay un sentido de autosuficiencia, por el cual las personas sienten que no tienen necesidad de la misericordia; carecen de conciencia de su propio pecado. A veces esto se debe a una catequesis inadecuada sobre el pecado, a no reconocer el pecado como una herida de nuestra relación con Dios y con los demás, una herida que sólo puede ser curada a través del poder salvador de la misericordia de Dios.

Por otro lado puede haber una tendencia a poner límites humanos a la misericordia de Dios. El grupo sintió una necesidad fuerte de una reflexión más profunda sobre la relación entre misericordia y justicia, particularmente en lo que se presenta en Misericordiae Vultus.

A medida que avanzamos hacia nuestra reflexión sobre las situaciones difíciles que han de ser examinadas en la Parte III, siempre debemos recordar que Dios nunca se da por vencido en su misericordia. Es la misericordia la que revela el verdadero rostro de Dios. La misericordia de Dios se extiende a todos, especialmente a los que sufren, los que son débiles, los que fallan. ¿Cómo voy a dejarte, Efraím, cómo entregarte, Israel? (…) Mi corazón se estremece en mi interior, mi compasión crece cálida y tierna (Os 11, 8-9). Como el Papa Francisco insiste en Misericordiae Vultus, la cólera de Dios dura un momento, pero su misericordia dura por siempre.

 

Traducido al castellano por David Saiz.