El Círculo Itálico B pide al Sínodo «más citas bíblicas» y «alguna cita patrística»
El Círculo Itálico B creyó que "se debería aclarar" que "el cambio antropológico-cultural" "no es de la enseñanza de Cristo: el cambio es del mundo", y reclamó "intervenciones legislativas efectivas con el fin de apoyar a las familias". El moderador de este Círculo fue el cardenal Menichelli, y el relator el cardenal Piacenza.
Autor: VenL. / Fuente: InfoCatólica.
"IGUAL DIGNIDAD HOMBRE-MUJER TIENE RAÍCES EVANGÉLICAS".
Los Padres que forman parte del Círculo Itálico B han procedido a la lectura de cada uno de los números del Instrumentum Laboris y a su consideración con amplia y articulada discusión, llegando siempre a conclusiones ampliamente compartidas. Con una visión fundamentalmente positiva del texto se ha redactado cada 'modo' siempre teniendo en mente el realismo pastoral que pretendemos perseguir. En general se ha revelado la convicción de adelgazar un poco el texto, evitar en lo posible las frases subordinadas y repasarlo bajo el aspecto estilístico.
En los primeros números se habla de cambio antropológico-cultural, pero nos ponemos la pregunta ¿cambio de quién? Ciertamente no de la enseñanza de Cristo: el cambio es del mundo y se debería aclarar. Se preferiría hablar de "cambio cultural de la sociedad actual" (nn 6-7). Además parecería conveniente dar un contenido a la expresión 'Evangelio de la Familia' y, en el n. 6, decir alguna palabra sobre el valor de la persona.
Los Padres han revelado la importancia del hecho de que el texto pueda llevar más citas bíblicas (para encontrar la primera se tiene que llegar al n39, p. 32) y alguna cita patrística. En este sentido en el n. 7 (p. 13), donde se habla de la bondad del proyecto creativo de Dios se podría citar la Sagrada Escritura y el texto de Clemente de Alejandría, donde enseña que el hombre se convierte en imagen de Dios cooperando con la creación. En el contexto de la fragilidad y fuerza de la familia (n. 10) los Padres han expresado el deseo de una mención a la 'vocación' de la familia.
Es oportuno recordar que la igual dignidad entre hombre y mujer tiene raíces evangélicas. Se recuerda y se relanza la realidad de la mujer y de su rol según el principio de la reciprocidad valorando la igualdad y la diferencia evitando excesos y unilateralidad. Por otro lado se subrayan los límites de un feminismo que en nombre solamente de la igualdad aplasta la figura de la mujer contra la del hombre, y los límites de aquel otro feminismo que en nombre solamente de la diferencia se aleja de la identidad hombre-mujer.
Por otra parte se subrayan los límites de un feminismo que buscando solamente la igualdad aplasta la figura de la mujer contra la del hombre (eliminando toda diferencia y queriendo hacer a la mujer como si fuera un hombre, quiero entender) y los de aquel otro que haciendo hincapié sólo en las diferencias se aleja de la igualdad hombre-mujer
Los Padres han sugerido considerar la relación entre bienestar y acción subsidiaria de la familia. Sin embargo se piden intervenciones legislativas efectivas con el fin de apoyar a las familias y sus necesidades. Se ha deseado un cambio de la práctica de las Organizaciones Internacionales que condicionan sus ayudas al desarrollo de los países más pobres a las políticas demográficas.
También gracias al impulso de la doctrina social de la Iglesia y últimamente de la Encíclica Laudato si se espera una conversión de la mentalidad contemporánea a través de la cultura de una 'ecología integral', hacia un nuevo modo de pensar y vivir (n. 16). Con referencia a la última etapa de la vida, los Padres piensan que se debe animar a apoyar aquellas realidades eclesiales que se emplean en estar al lado de las familias con pruebas, para que pueden vivir tal momento de dolor a la luz de la esperanza cristiana (n 20).
El fenómeno migratorio actual, que representa no pocas poblaciones en varias partes del mundo, causado por la guerra, la pobreza o por el deseo de una vida mejor, involucra cada vez más profundamente las familias e interpela de manera particular también las Iglesias. Por tanto el acompañamiento de los migrantes y de los refugiados exige una pastoral específica y colaborativa – entre Iglesia de proveniencia e Iglesia de acogida – dirigida a los miembros de las familias que emigran, y a aquellos que permanecen en sus lugares de origen. El respeto de las diversas culturas y diversos credos, de parte de quien emigra y de quien acoge, constituye una de las condiciones indispensables para una integración que lleve a una convivencia pacífica. Es también importante subrayar no sólo los derechos de los migrantes, sino también sus deberes.
La familia, entendida como comunidad educativa, conduce a apoyar las expresiones multiformes de la afectividad prefiriendo el testimonio a la enseñanza, caminando juntos, armonizando los sentimientos según el propio estado de vida en la perspectiva de darse completamente. La familia de la Iglesia expresa plenamente la expresión de comunidad educativa cuidando de modo particular de los diversos –por ministerios, carismas, competencias– operadores pastorales. Se señala la delicadeza de la educación a la afectividad en la formación presbiteral. Se debe subrayar que, así como para Dios no existen 'alejados', análogamente sea así para la Iglesia.
Frente a la condición sufrida por las parejas imposibilitadas para engendrar hijos se debe mostrar particular cuidado pastoral de consolación y de apoyo, redirigiéndolas a la realización de una generatividad que no coincide necesariamente con la fecundidad biológica, como por ejemplo la adopción y la custodia.
Los Padres señalan la necesidad de denunciar la explotación:
– del trabajo infantil
– de los niños soldado
– del cuerpo de la mujer (prostitución, vientre de alquiler, violencia hasta el feminicidio y la violación como 'arma de guerra')
Los números 31-33 expresan una realidad que interpela cuerpo y espíritu, proyecto y sentimientos. Se advierte la necesidad de reiterar que la Iglesia tiene una visión positiva sobre la sexualidad, expresión de tensión sinfónica entre eros y agape. Se cree necesario, acerca del desafío bioético (n 34), tener en cuenta el patrimonio filosófico-teológico cristiano que puede dirigir una comprensión más serena de una materia tan delicada, favoreciendo la colaboración de expertos.