Círculo Gálico C: «La ideología de género disuelve la familia, la paternidad, el amor humano en lo que tiene de más noble y de más humanizador»
Maurice Piat, obispo de Port-Louis (Mauricio) fue el moderador del Círculo Gálico C, y el arzobispo canadiense Paul-André Durocher el relator. Este grupo ha subrayado que "somos hombres de fe. No pretendemos ser psicólogos, ni sociólogos, ni economistas", y que "nos preocupa sobremanera el desarrollo de las tecnologías bioéticas (la clonación, las madres portadoras, la manipulación genética hasta en las células germinales) que pretenden componer y descomponer al mismo ser humano".
Autor: VenL. / Fuente: VIS.
"ARRASA CON TODO LO ANTERIOR".
El método clásico de 'ver-juzgar-actuar' adoptado por los autores de la Relatio Synodi del año pasado y apoyada por los padres del Sínodo, se adapta bien a nuestro tema: nos permite organizar una materia abundante de manera lógica y productiva. No basta con permanecer atento al objeto de nuestra reflexión, es decir a la familia en nuestro contexto moderno, en particular la familia cristiana, católica. Debemos recordar que somos nosotros los que emprendemos esta reflexión.
- En primer lugar, somos hombres de familia. Tenemos padres, hermanos y hermanas, cuñados y cuñadas, primos y primas, sobrinos y sobrinas. Las familias de las que hablamos no nos son extrañas, forman parte de nuestras vidas, viven en nosotros. Esto es lo que debe aparecer en nuestro lenguaje, en el tono de nuestro texto, en nuestra preocupación y en nuestra compasión por las familias de la tierra. Existe el peligro al hablar de 'la familia' en abstracto, como de una realidad que nos es exterior. Hay que esforzarse en hablar 'de las familias', 'de nuestras familias', en su realidad concreta e individual. En particular, hay que promover la solidaridad internacional entre todas las familias cristianas en favor de las que en la actualidad conocen la persecución, la guerra y la precariedad.
- Somos también hombres de fe. Nuestra mirada se ha transformado por la Buena Noticia que ha llegado a nuestra vida, por el Hijo de Dios que se ha hecho carne por nosotros, que ha muerto por nosotros, que vive en nosotros. Esta fe debe construirse en nuestra mirada y comunicar nuestra reflexión. No pretendemos ser psicólogos, ni sociólogos, ni economistas, aunque algunos de nosotros tengamos una formación relacionada con estos dominios. Primeramente hablamos como hombres de fe y esto debe verse desde esta primera parte analítica de nuestro texto.
- Por último, somos pastores. Nuestro afán es que la misión que Cristo ha confiado a su Iglesia, se cumpla cada vez más en nuestro mundo actual. Todo el esfuerzo sinodal debe tender hacia este fin. Todo el texto que elaboramos debe estar motivado por esta preocupación fundamental.
En particular, queremos ayudar a nuestras familias a responder a dos preguntas. La de la vocación: ¿Familia qué eres tú?, y la de la misión: ¿Familia qué haces tú? El resto, por interesante que sea, es secundario. Nuestro texto debería ser depurado según este criterio. Sobre todo, acordémonos de que la pastoral familiar no es solamente la acción de la institución eclesial a favor de las familias, si no la acción de la Iglesia que se realiza en la familia y por la familia. Esta es la verdadera novedad de la pastoral familiar que somos llamados a desarrollar en esta asamblea sinodal.
Nuestro texto final debe dar fuerza a nuestras familias, manifestar la confianza que les aportamos, suscitar su confianza en nosotros. ¡Debería evitar que algunas personas se sientan 'excluidas' de nuestra solicitud, ya que todas las familias participan en la misión de la Iglesia! Acordémonos de que las familias en la Biblia son a menudo disfuncionales, y sin embargo la Palabra de Dios se realiza en ellas y por ellas. Dios puede hacer esta misma maravilla aún hoy, en la actualidad.
Nuestro análisis debe ser lúcido, ya que queremos que nuestra pastoral se enraíce en la realidad. En particular, debemos reconocer que la antropología implícita de nuestra cultura moderna está lejos de la visión cristiana. Su insistencia sobre el individuo, dotado de una libertad sin límites, a menudo relacionado con el relativismo moral, contrasta con nuestra convicción de que la persona humana está hecha para estar en relación con la imagen de Dios-Trinidad. La familia es más que una unidad de base social: Es la matriz de la persona humana en desarrollo. Hay que hacer todo lo posible para promover las relaciones humanas y las comunidades.
Nuestro análisis ganaría al destacar los impulsos verdaderamente humanos y humanizadores que sostienen los rasgos de la cultura contemporánea, pero que han sido desviados o pervertidos por el pecado (en la Biblia, 'pecar' quiere decir 'no alcanzar su objetivo'). Así que para el individualismo rastrero, reconocemos que deriva en una noble búsqueda de autenticidad (¿Dios no quiere que cada uno de nosotros llegue a ser plenamente auténtico? ¿Dios no tiene para cada uno de nosotros una vocación en particular?). Pero esta búsqueda, olvidando la naturaleza profundamente relacional de lo humano, olvidando el horizonte trascendente que rodea su mundo, cae en un individualismo que conduce a una soledad exacerbada y penosa. Es en este mundo donde hay sed de verdaderas relaciones y en el que la familia puede ser considerada como la Buena Noticia.
Debemos insistir en dos aspectos de esta nueva cultura que nos preocupan profundamente.
- Uno es la emergencia de lo que parece ser una nueva ideología que llamamos con frecuencia ideología de género. Estas diversas ideologías de género han sido desarrolladas en sociología y en filosofía, buscando analizar ciertos fenómenos humanos y sociales que pueden enriquecer nuestra comprensión del mundo. Pero cuando estas teorías se convierten en absolutas tienden a producir un sistema de pensamiento único que quiere arrasar con todo lo anterior. Buscando imponer un punto de vista que niega la relación entre la identidad sexual y el ser sexuado que somos en nuestro cuerpo, disuelve la familia, la paternidad, el amor humano en lo que tiene de más noble y de más humanizador.
- Otro aspecto que nos preocupa sobremanera es el desarrollo de las tecnologías bioéticas que pretenden componer y descomponer al mismo ser humano. En esta cuestión felicitamos al genio humano que permite comprender la estructura física y biológica de nuestro mundo hasta en sus más pequeños detalles. Pero nuestra capacidad de manipulación sobrepasa nuestra sabiduría. La clonación, las madres portadoras, la manipulación genética hasta en las células germinales, conlleva el riesgo de crear un mundo en el que ya no podremos decir lo que es el ser humano. Ante estas dos realidades debemos estar vigilantes y comprometidos. Debemos tenerlo en cuenta.
Volvamos a nuestro texto. Solicitamos a la comisión de redacción que prepare una nueva introducción de conjunto para el documento final, que ya no será un instrumento de trabajo. Rápidamente debe esbozar la metodología del 'ver-juzgar-actuar' seguida a lo largo del texto. Debe explicitar la relación entre el Sínodo sobre la Nueva Evangelización, la Evangelii Gaudium, y este Sínodo sobre la Familia.
Unas palabras sobre el método que seguimos. Hemos tenido en cuenta las intervenciones más cortas y mejor enfocadas en gran asamblea. Consideramos igualmente el tiempo dedicado a los pequeños grupos. Animamos al equipo de coordinación a que asegure una ida y vuelta proactiva entre estos pequeños grupos, el gran grupo y el comité de redacción: es el desafío de la sinodalidad y de la comunión.
Nuestro intercambio se ha visto enriquecido por la gran diversidad cultural y ritual de nuestro grupo que nos hace tomar conciencia de la necesidad de preservar una sana subsidiariedad en la Iglesia, que reconoce la importante aportación de las Conferencias Episcopales nacionales.
Por último, mantenemos nuestra confianza en el Espíritu Santo. El intercambio de los distintos puntos de vista y el choque de las confrontaciones harán brotar la luz, revelándonos las “sorpresas de Dios”, de las que al Papa Francisco tanto le gusta hablar. Sí, confiemos en el Espíritu.
Traducido al castellano por Ana Cristina Saiz.