Procesión de unas 850.000 personas cerró la Fiesta del Milagro
La peregrinación con la Cruz Primitiva y las imágenes de la Virgen de las Lágrimas y del Señor y la Virgen del Milagro cubrió unas 15 cuadras con 850.000 fieles provenientes de la provincia, de diversos puntos de Argentina y de otros países, que rezaban 'Jesucristo, Señor del Milagro, te necesitamos'. El arzobispo de Salta, Mario Antonio Cargnello, sostuvo que esta multitudinaria celebración "debe ser la fiesta de la Reconciliación y del encuentro de todos los argentinos".
Autor: Jennifer Almendras. / Fuente: AICA.
ENCOMENDARON LA CIUDAD DE SALTA AL CUIDADO DE JESÚS.
Unos 850 mil fieles, de la provincia, de otros puntos de Argentina y otros países, participaron de la procesión por las calles de Salta en honor del Señor y la Virgen del Milagro, el 15 de septiembre pasado. La peregrinación con la Cruz Primitiva y las imágenes de la Virgen de las Lágrimas y del Señor y la Virgen del Milagro salió de la catedral basílica hasta el monumento 20 de Febrero, con unas 15 cuadras cubiertas de fieles que rezaban 'Jesucristo, Señor del Milagro, te necesitamos'.
El arzobispo de Salta y vicepresidente segundo de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), Mario Antonio Cargnello, renovó el Pacto de Fidelidad de los salteños, al seguir la tradición de encomendar sus vidas y la ciudad salteña al cuidado de Jesús. Cargnello rezó a Jesucristo, pidiéndole la paz para todos los salteños y los argentinos. Luego reflexionó sobre tres desafíos urgentes de la humanidad y de la patria, como lo son "cuidar lo creado"; "cultivar la cultura del encuentro que permita pensar y proyectar un futuro", y "no eludir el compromiso de pasar de habitantes a ciudadanos". Además, agradeció el don de la vida consagrada. A los religiosos y religiosas, y a los laicos y laicas consagrados, les pidió que continúen dando testimonio profético de su alegría y generosidad.
"Este clima que nos enfrenta penetra muchos hogares y son los hijos las víctimas de una situación que hace sufrir y no deja mirar hacia delante. Es hora de reaccionar. Sólo corazones abiertos a la misericordia y al perdón pueden gestar un tiempo nuevo. Para nosotros, cristianos, se trata de una cuestión de coherencia entre nuestra fe y la vida. Confesar que el Hijo de Dios se hizo hombre y dio su vida por nosotros compromete también nuestras relaciones sociales. No puedo ser cristiano y menospreciar, mucho menos despreciar al otro. Al contemplar el Misterio de la Santísima Trinidad que resplandece en Cristo Crucificado y Resucitado, preparándonos para celebrar con especial solemnidad el Pacto de fidelidad, debemos hacerlo con la conciencia de comenzar un tiempo nuevo. La fiesta del Milagro debe ser la fiesta de la Reconciliación y del encuentro de todos los argentinos. Nos lo dice Jesucristo, nos anima su Madre, nos lo recuerda este lugar, nos lo exige la Nación que se nos encomienda como tarea a cada uno", exhortó el prelado.