Comenzó el I Encuentro Internacional de Jóvenes Consagrados
El secretario de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, José Rodríguez Carballo, presidió la Vigilia de oración en la Plaza de San Pedro, con la que inauguraron el primer Encuentro Mundial de Jóvenes Consagrados y Consagradas. "Ánimo, ¡sean fuertes! Perseveren, ¡sean fieles!, y den fruto, ¡despierten el mundo!", les pidió el prelado.
Autor: Jennifer Almendras. / Fuente: Radio Vaticana.
CON EL TEMA 'DESPIERTEN AL MUNDO'.
El arzobispo de Belcastro y secretario de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, José Rodríguez Carballo, presidió la Vigilia de Oración en la Plaza de San Pedro, con la que inauguró el primer Encuentro Mundial de Jóvenes Consagrados y Consagradas que se realiza desde el 15 al 19 de septiembre, en Roma, con el lema 'Despierten al Mundo, Evangelio – profecía – esperanza'.
Rodríguez Carballo pidió a los consagrados que sean fuertes, fieles y despierten al mundo. "Deseo dejarles tres palabras que puedan ayudarles queridos jóvenes, y ayudar a todos en el camino de la fidelidad creativa a la cual los que hemos sido llamados a seguir a Cristo en la vida consagrada, estamos llamados. Estas tres palabras son: Ánimo, ¡sean fuertes! Perseveren, ¡sean fieles!, y den fruto, ¡despierten el mundo!", sostuvo el prelado.
"Jesús nos dice: 'La gloria de mi Padre consiste en que ustedes den fruto abundante' (cf. Jn 15, 8). No estamos consagrados por nosotros mismos. Tampoco podemos encerrarnos en nuestros problemas, como nos recuerda Francisco en la carta apostólica a todos los consagrados. Estamos consagrados para vivir de acuerdo a la lógica del don, donándonos, en libertad evangélica (obediencia), sin nada de propio asumiendo la kénosis como forma de vida (la pobreza), y con un corazón indiviso (castidad), a Cristo y a los demás. El consagrado es todo para el Señor, y porque es todo para el Señor, es todo para los demás. Y todo ello motivado por el amor incondicional, la única razón válida para elegir la vida consagrada. Aquel que ha consagrado toda su vida al Señor, debe vivir según el amor y con amor, dejando que el amor dé frutos abundantes: en su comunidad, en la Iglesia y en el mundo", afirmó.