El cardenal Amato beatificó al obispo sirio Melki, decapitado por los otomanos en 1915
El pasado sábado, el cardenal Angelo Amato se desplazó al Líbano para beatificar al obispo sirio Flavien Mikhaiel Melki, que murió martirizado por los otomanos hace justo 100 años. En la homilía, el cardenal lamentó que "las tinieblas volvieron a muchas tierras de antigua civilización cristiana", porque hoy en día son "discriminados, perseguidos, expulsados y asesinados" muchos cristianos de Oriente Próximo y África del norte.
Autor: VenL. / Fuente: VIS.
"LOS PERSEGUIDORES NO SOPORTAN LA CIVILIZACIÓN CRISTIANA".
Como sucedía hace cien años, "las tinieblas volvieron a muchas tierras de antigua civilización cristiana" y los fieles son "discriminados, perseguidos, expulsados y asesinados". Incluso sus casas fueron marcadas "no con la sangre del cordero pascual para ser salvadas, sino con la 'N' roja [que significa nazarenos, cristianos], como indicación de su condena".
Es la denuncia del cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación para las causas de los santos, que el sábado 29 de agosto, en Daroun-Harissa, en el Líbano, presidió, en representación del Papa Francisco, la beatificación de Flavien Mikhaiel Melki, de la congregación de San Efrén, obispo de Djezireh de los siros. En el mensaje leído durante la celebración el purpurado recordó que, como en los tiempos del martirio de monseñor Melki, hoy a los cristianos "se les niega toda libertad, obligados a abandonar su patria o a convertirse forzosamente o a morir". Y añadió que es "la muerte la que domina soberana en la mente y en los corazones de piedra de los perseguidores, que no soportan la civilización cristiana de la libertad, la fraternidad, el respeto del prójimo, de la justicia, de la caridad". Así, pues, destacó que ante "la injusta opresión que destruye su vida, un grito se eleva de su corazón para invocar cercanía y solidaridad por parte de los hermanos de todo el mundo".