Francisco: «Hiroshima y Nagasaki simbolizan el poder desmesurado de destrucción del hombre»

Francisco afirmó que los atroces bombardeos atómicos en Hiroshima y Nagasaki, ocurridos el 6 y 9 de agosto de 1945, generan todavía horror y rechazo. "Este trágico evento constituye una advertencia continua para la humanidad, para que rechace para siempre la guerra y las armas nucleares y toda arma de destrucción de masas", aseveró. 

Autor: Jennifer Almendras. / Fuente: Agencias.

A 70 AÑOS DE LAS BOMBAS ATÓMICAS CONTRA LAS CIUDADES JAPONESAS.

Francisco recordó "con horror y repulsión" que las bombas atómicas de Estados Unidos contra las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki el 6 y 9 de agosto de 1945 representan el poder de destrucción del ser humano, durante el Ángelus dominical, en la plaza San Pedro."Este trágico evento se ha convertido en el símbolo del ilimitado poder destructivo del hombre cuando hace un uso equivocado del progreso de la ciencia y de la técnica", sostuvo.

"Constituye una advertencia continua para la humanidad, para que rechace para siempre la guerra y las armas nucleares y toda arma de destrucción de masas. De toda la tierra se eleva una única voz: ¡no a la guerra, no a la violencia, sí al diálogo, sí a la paz! ¡Con la guerra siempre se pierde! ¡El único modo de vencer una guerra es no hacerla!", indicó el Papa a 70 años de los dolorosos momentos que sufrió la humanidad. 

En Nagasaki murieron dos tercios de los católicos, en una población de 240.000 habitantes, dado que esta ciudad fue desde el siglo XVI centro importante del catolicismo en Japón, impulsado por los misioneros jesuitas y franciscanos. Sin embargo, la persecución que vino casi de manera inmediata fue recordada en 2007 en el libro de las memorias del fallecido cardenal Giacomo Biffi, y donde expresa el fuerte impacto que tuvo en él en 1945 la noticia de las bombas atómicas lanzadas sobre Japón, dado que en Nagasaki ​vivían un poco más de 63.000 fieles. "Podemos bien suponer que las bombas atómicas no hayan sido tiradas al azar. La pregunta es por lo tanto inevitable: ¿Cómo así se escogió para la segunda hecatombe, entre todas, precisamente la ciudad de Japón donde el catolicismo, aparte de tener la historia más gloriosa, estaba más difundido y afirmado?", aseveró.