Ante más de 1.500.000 personas, Francisco recuerda el llamado de Jesús a la unidad y la evangelización
El Pontífice aseveró que "la unidad es una acción misionera para que el mundo crea". "Mientras en el mundo, especialmente en algunos países, reaparecen diversas formas de guerras y enfrentamientos, los cristianos queremos insistir en nuestra propuesta de reconocer al otro, de sanar las heridas, de construir puentes, de estrechar lazos y de ayudarnos mutuamente a llevar las cargas", sostuvo.
Autor: Jennifer Almendras. / Fuente: ACI Prensa.
DURANTE SU TERCER DÍA EN ECUADOR.
Francisco, ante más de 1.500.000 de personas que asistieron a la Misa que presidió en el Parque Bicentenario de Quito, recordó el llamado de Jesús a la unidad dentro de la Iglesia y la identidad evangelizadora de los cristianos, el 7 de julio pasado, durante su tercer día de su visita a Ecuador. Allí aseguró que "la evangelización no consiste en hacer proselitismo, el proselitismo es una caricatura de la evangelización, sino evangelizar es atraer con nuestro testimonio a los alejados".
"La palabra de Dios nos invita a vivir la unidad para que el mundo crea. 'Padre, que sean uno para que el mundo crea', así lo deseó mirando al cielo. A Jesús le brota este pedido en un contexto de envío: 'Como tú me has enviado al mundo, yo también los he enviado al mundo'. En ese momento, el Señor está experimentando en carne propia lo peor de este mundo al que ama: intrigas, desconfianzas, traición, pero no esconde la cabeza, no se lamenta. También nosotros constatamos a diario que vivimos en un mundo lacerado por las guerras y la violencia. Sería superficial pensar que la división y el odio afectan sólo a las tensiones entre los países o los grupos sociales. En realidad, son manifestación de ese 'difuso individualismo' que nos separa y nos enfrenta, son manifestación de la herida del pecado en el corazón de las personas, cuyas consecuencias sufre también la sociedad y la creación entera. Precisamente, a este mundo desafiante, con sus egoísmos Jesús nos envía, y nuestra respuesta no es hacernos los distraídos, argüir que no tenemos medios o que la realidad nos sobrepasa. Nuestra respuesta repite el clamor de Jesús y acepta la gracia y la tarea de la unidad", sostuvo.
El Pontífice aseveró que "la evangelización puede ser vehículo de unidad de aspiraciones". "Mientras en el mundo, especialmente en algunos países, reaparecen diversas formas de guerras y enfrentamientos, los cristianos queremos insistir en nuestra propuesta de reconocer al otro, de sanar las heridas, de construir puentes, de estrechar lazos y de ayudarnos mutuamente a llevar las cargas. El anhelo de unidad supone la dulce y confortadora alegría de evangelizar, la convicción de tener un inmenso bien que comunicar, y que comunicándolo, se arraiga. Esta unidad es ya una acción misionera para que el mundo crea. La evangelización no consiste en hacer proselitismo, el proselitismo es una caricatura de la evangelización, sino evangelizar es atraer con nuestro testimonio a los alejados. La propuesta de Jesús es concreta no es de ideas, es concreta. Tampoco la propuesta de Jesús es un arreglo hecho a nuestra medida, en el que nosotros ponemos las condiciones, elegimos los integrantes y excluimos a los demás. Esta religiosidad de elite no es la propuesta de Jesús", aseguró. El Papa llegó a la explanada del Parque Bicentenario, que anteriormente funcionaba como un aeropuerto, tras sostener un encuentro privado con los obispos ecuatorianos. Para poder distribuir la comunión durante la Misa, que duró más de 2 horas, ayudaron un total de 2100 sacerdotes y 2000 ministros extraordinarios de la Eucaristía.