Benedicto XVI: «La música sacra no puede desaparecer de la liturgia»

El Papa Emérito afirmó que "la gran música sacra es una realidad de rango teológico y de significado permanente para la fe de toda la cristiandad", dado que "su presencia puede ser un modo del todo especial de participación a la celebración sagrada, al misterio de la fe". 

Autor: Jennifer Almendras. / Fuente: ACI Prensa.

EL CONCILIO VATICANO II PIDIÓ CONSERVAR E INCREMENTAR ESTE PATRIMONIO.

Benedicto XVI aseguró que la música sacra no puede desaparecer de la liturgia dado que San Juan Pablo II "con su ejemplo vivo nos ha mostrado como pueden ir de la mano la alegría de la gran música sagrada y la tarea de la participación común en la sagrada liturgia, la alegría solemne y la simplicidad de la humilde celebración de la fe", en el discurso de agradecimiento por el doctorado honoris causa por la Pontificia Universidad Juan Pablo II y la Academia de Música de Cracovia, Polonia, en Castel Gandolfo, el 4 de julio pasado. Allí aseguró también que sin Karol Wojtyła su "camino espiritual y teológico no es siquiera imaginable". 

"En la Constitución sobre la liturgia del Concilio Vaticano II está escrito muy claramente: ‘Que se conserve y se incremente con gran cuidado el patrimonio de la música sacra’. Se pueden ‘localizar’ tres lugares de los cuales proviene la música. la experiencia del amor, la experiencia de la tristeza y el encuentro con lo divino. Se puede decir que la calidad de la música depende de la pureza y la grandeza del encuentro con lo divino, con la experiencia del amor y del dolor. Cuanto más pura y verdadera es esa experiencia, más pura y grande será la música que de ella nace y se desarrolla. Quizás sea posible afirmar que en realidad también en los otros dos ambientes –el amor y la muerte– el misterio divino nos toca y, en este sentido, es el ser tocados por Dios lo que en conjunto constituye el origen de la música. Encuentro conmovedor observar cómo, por ejemplo, en los salmos a los hombres no les basta sólo con el canto y se apela a todos los instrumentos: la música escondida de la creación se despierta, su lenguaje misterioso. Con el Salterio, en el cual obran también los dos motivos del amor y de la muerte, nos encontramos directamente con el origen de la música de la Iglesia de Dios'', sostuvo.

El Papa Emérito aseguró que "la respuesta grande y pura de la música occidental se ha desarrollado en el encuentro con aquel Dios que, en la liturgia, se hace presente a nosotros en Jesucristo y esa música es una demostración de la verdad del cristianismo". "La gran música sagrada es una realidad de rango teológico y de significado permanente para la fe de toda la cristiandad, también si no es necesario que sea realizada siempre o en cualquier lugar. Pero, está también claro que ella no puede desaparecer de la liturgia y que su presencia puede ser un modo del todo especial de participación a la celebración sagrada, al misterio de la fe. 'Si pensamos en la liturgia celebrada por san Juan Pablo II en todos los continentes, vemos toda la amplitud de las posibilidades expresivas de la fe en el evento litúrgico; y vemos también como la gran música de la tradición occidental no sea ajena a la liturgia, sino que nació de ella, creció con ella y que así contribuye siempre a darle forma. No sabemos el futuro de nuestra cultura ni de la música sacra. Pero hay algo claro: allí donde se produce el encuentro con el Dios vivo, que en Cristo viene a nosotros, allí nace y crece nuevamente también la respuesta, cuya belleza proviene de la verdad misma", afirmó.