El Vaticano propone ante la FAO un desarrollo humano que respete a la persona

El representante de la Santa Sede aseguró que "sería mucho más incisivo y coherente hablar de desarrollo humano sostenible, es decir de un desarrollo que ponga en su centro a la persona".

Autor: Jennifer Almendras. / Fuente: L’Osservatore Romano.

EN LA 39 SESIÓN DE LA CONFERENCIA.

El jefe de la delegación de la Santa Sede en la 39 sesión de la Conferencia de la FAO, Fernando Chica Arellano.

El jefe de la delegación de la Santa Sede en la 39 sesión de la Conferencia de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Fernando Chica Arellano, propuso un desarrollo humano que respete a la persona, en la séptima sesión plenaria 'Romper el ciclo de pobreza rural y hambre mediante el fortalecimiento de la resiliencia rural: la protección social y el desarrollo agrícola sostenible', el 10 junio pasado. 

El representante del Vaticano aseguró que "más que de desarrollo sostenible, sería mucho más incisivo y coherente hablar de desarrollo humano sostenible, es decir de un desarrollo que ponga en su centro a la persona, sus capacidades reales, sus limitaciones, peculiaridades y necesidades, tanto individual como familiarmente". "Si los parámetros económicos no tienen en la debida cuenta todo esto, el daño resulta evidente e irreparable, pues mayor progreso jamás puede ser equivalente a menor humanidad. Una visión ética y humanamente fundada del desarrollo nos llama en cambio a compartir recursos, estrategias y financiación, pero sobre todo nos recuerda la importancia y la urgencia que tiene el primado de la solidaridad así como la decidida voluntad de poner fin de una vez por todas al subdesarrollo del mundo rural. La Organización podrá continuar entonces siendo ese competente 'centro' de recogida, estudio y divulgación de datos sobre la agricultura, técnicas de producción y reglamentación, tal y como exige su Constitución y como justamente se espera de ella a todos los niveles", aseveró.

"La Delegación de la Santa Sede considera que el desarrollo agrícola y alimentario no puede reducirse a la mera gestión profesional de los programas. Ha de introducir asimismo criterios de gestión atinados, favorecer la transparencia y potenciar intervenciones realmente adecuadas a las necesidades y a las condiciones de los beneficiarios. Es fundamental también el respeto de reglas y normas a todos los niveles. Un respeto que ha de fortalecerse con el espíritu de servicio, con el entusiasmo, con la sincera colaboración, teniendo siempre presente que cada acción está orientada hacia quienes sufren concretamente el hambre. Los hambrientos no son frías cifras a merced de estadísticas. No son entidades teóricas. Son personas reales que padecen, que a menudo gritan y lloran sin que nadie las escuche. Son vidas truncadas, que ven desvaída su esperanza y pisoteados sus derechos", sostuvo Chica Arellano.